El estrés es cada vez más común en los niños y niñas
Los pediatras aconsejan a los padres estar atentos a los cambios de conductas habituales. El uso excesivo de la tecnología es uno de los factores desencadenantes.
Que cualquiera se siente o ve al resto del mundo estresado no es novedad para nadie. Los profesionales coinciden en que el entorno en el que vivimos con tiempos apurados, exigencias por demás y estímulos constantes no colabora con nuestro bienestar.
Estrés se convirtió en un vocablo de lo más normal en nuestras charlas diarias y no nos cuestionamos demasiado los motivos por los que nos adjudicamos ese estado. Pero hay una parte de la población sobre la que no se nos ocurre pensar en esos términos y, sin embargo, también son susceptibles de atravesarlo: los niños y niñas.
El estrés puede ocurrir a cualquier edad y puede ser desencadenado por diferentes estímulos. Lo que a alguien lo estrese para otra persona será una situación más. Esto se debe a que reaccionamos de acuerdo a una complejidad de factores que se determinan por nuestra predisposición genética, las herramientas que aprehendemos y lo que nos ofrece el entorno. Pero en la infancia se da una particularidad ya que “los niños todo el tiempo se tienen que estar adaptando a situaciones nuevas y que generalmente son impuestas por los adultos, es un psiquismo en estructuración”, explicó la psicóloga Celina Noguez.
Esta característica hace que los infantes sean más vulnerables y más dependientes de tener un medio que los contenga. “Los niños aprenden a enfrentar el estrés con la contención de sus cuidadores”, detalló Alicia Schiavoni, integrante del equipo de niños del hospital Castro Rendón, y agregó: “la negligencia es algo muy frecuente ahora, los padres no saben que hacer con los chicos, están mal ellos y entonces no pueden transmitir confianza porque ni ellos pueden con ellos mismos”.
¿Cuáles son los indicios de que un niño puede estar estresado?
Que deje de hacer lo que antes hacía normalmente es una generalización que bien funciona de clave para que las personas adultas del entorno comiencen a prestar atención.
“El estrés se puede entender como una ‘bomba atómica’ que desregula todo: lo biológico, lo psicológico y lo social”. Por lo tanto, un niño estresado puede presentar problemas gastrointestinales, no mirar a los ojos y estar irritado. Esto dependerá de sus características personales ya que, por ejemplo, a los tres años no es raro que un nene no busque tener amiguitos ya que se encuentra en una etapa egocéntrica.
El dejar de jugar suele ser otra de las situaciones que deben llamar la atención de los adultos. “Muchas veces el niño puede no jugar a pesar de tener el contexto para hacerlo, pero en la sociedad actual muchos tienen “agenda completa. Van a la escuela, hacen un deporte, estudian un idioma y practican alguna expresión artística. ¿El resultado? No tienen tiempo para nada más”, amplió Noguez.
Otro problema de estos tiempos es la exposición durante largos períodos a las pantallas. “Se los enchufa con cosas materiales pero hay poca contención”, resaltó Schiavoni.
El problema es que al estar observando no hay nada de ese niño puesto en juego ni de asociación con otras personas, se pierde el transformar una caja en una casa, el inventar personajes y hacer el sonido del tren que va pasando.
“Pero tampoco se puede pelear con el televisor y el celular en el entorno actual”, reconoció Noguez.
Es importante interactuar con el niño en esos momentos, por ejemplo, haciéndole preguntas. Nuevamente, la contención y el acompañamiento son la clave.

En Salud Pública no hay estadísticas sobre la cantidad de niños que son atendidos por situaciones de estrés, pero las psicólogas coinciden en indicar que éste es un factor, entre otros que se presentan.
En general muchos casos son detectados por los pediatras, quienes al notar que hay una pérdida en las pautas madurativas recomiendan la consulta psicológica. En el hospital Castro Rendón, puntualizó la psicóloga Schiavoni, se dan muchas situaciones relacionadas con problemas de salud.
Hay chicos que tienen riesgo de muerte o que quedan con una incapacidad grave crónica. Hay un grupo que trabaja con niños con diabetes y otro de psicoprofilaxis para antes de una cirugía. Además se ven casos vinculados a lo psicosocial derivados de situaciones como la separación de padres o más traumáticas, como un abuso sexual.
Otro ámbito con factores estresantes puede ser la escuela. Hoy es una moda hablar de bullying explicaron los psicólogos Marina Posata, Damián Pérez y Lucia Da Campo, pero ha existido siempre. “Neuquén intenta, adhiriéndose a normativas internacionales, fomentar la diversidad no sólo incluyendo a la discapacidad en la escuela sino la cultural, de género y que el diagnóstico no sea un requisito para acceder a la educación”, dicen.
Fuente: Rio Negro