Un accidente cronológico que interpela a la sociedad
Como todos los 12 de agosto desde hace más de dos décadas, ayer celebramos el Día Internacional de la Juventud, una celebración que -según la ONU- pondera el papel de la juventud “como socia esencial en los procesos de cambio, y genera un espacio para generar conciencia sobre los desafíos y problemas a los que estos se enfrentan”. Ser joven per se no es ni bueno ni malo, si no, como dice un filósofo, es un accidente cronológico: un día se es y luego de un tiempo, se deja de serlo.
Conmemorar una fecha como esta nos cuestiona y más en estos tiempos. Según estudios uno de cada tres argentinos siente depresión o ansiedad por el aislamiento y la franja etaria que más la sufre es la de entre 18 y 26 años, en donde 8 de cada 10 jóvenes sufren de estos padecimientos. Eso no es todo: los índices más altos de desempleo, adicciones y desigualdad, siempre se vieron más afectados en los jóvenes y hoy estos se han acrecentado por la pandemia. También somos víctimas de la subestimación, como cuando hasta se ha afirmado que somos culpables del relajamiento de la cuarentena y, por ende, el virus se transmite por negligencia propia.
Uno de cada tres argentinos siente depresión o ansiedad por el aislamiento y la franja etaria que más la sufre es la de entre 18 y 26 años, en donde 8 de cada 10 jóvenes sufren de estos padecimientos.
La incertidumbre en cuanto a la educación, la no alfabetización digital, una escuela pensada para el Siglo XX, la falta de creatividad para fomentar y enseñar los empleos del futuro son otros obstáculos más que atentan contra la planificación de un proyecto de vida próspero que tienda a la felicidad.
Otro punto que no se puede dejar pasar es el de la violencia institucional: casos como los de Alan Maidana, Franco Maranguello, Lucas Adrián Barrios, asesinados fruto de esta o la desaparición de Facundo Castro, son otras muestras de lo vulnerables que somos los jóvenes hoy día frente al mal accionar por parte del Estado y cómo nos perjudica.
Más allá de todas estas dificultades, también somos los jóvenes los generadores de grandes cambios sociales: hoy y a lo largo de la historia. Grandes transformaciones como la reforma universitaria y el boleto estudiantil fueron impulsadas por jóvenes. Cabe mencionar que esta última nos recuerda a un suceso trágico como La Noche de los Lápices y se hizo realidad décadas más tarde por voluntad política de la entonces gobernadora María Eugenia Vidal y el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta.
Hoy en día, también sería falaz decir que “los jóvenes son el futuro”: los jóvenes somos el presente. La ley de economía del conocimiento fue impulsada dos veces por jóvenes, la mayoría de los emprendedores que generan riqueza y empleo, la industria tecnológica, organizaciones que apuestan por el cambio político y social también son en su mayoría lideradas por jóvenes o sus miembros son mayoritariamente de nuestra generación. El informe “Emprendimiento social juvenil y la Agenda 2030” muestra cómo el emprendimiento social juvenil puede contribuir al propio desarrollo de la juventud y ayudar a acelerar la aplicación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En otras palabras: somos motores de cambio y actores necesarios para llevar adelante una agenda de verdadero desarrollo.
Los jóvenes también hoy representamos libertad, adaptación ante los grandes cambios, vanguardia, resiliencia: empleos no tan valorados hasta que sucedió la pandemia como logística, e-commerce, industrias que resuelven problemas a partir de las tecnologías, cuidado de las personas, son espacios naturalmente pensados para los jóvenes.
Pero eso sucederá sí y solo sí, si el Estado promueve medidas concretas de incentivo a estas industrias y no sea el mayor obstáculo de crecimiento y de generación de iniciativas para nuestro bienestar. Es fundamental trabajar coordinadamente entre todos los sectores políticos, empresariales, sindicales y sociales para llegar a un consenso que contribuya a las soluciones de nuestra generación y, por consiguiente, de la sociedad en su conjunto. Y si no existe esa voluntad política: vamos a tener que generarla y liderarla, como corresponde.
Presidente de Jóvenes PRO Argentina
* Por Martín César
Fuente: La Nación