Un millennial que se replanteó su misión como médico y hoy salva vidas desde otro lugar
Dejó de lado la carrera para seguir su verdadero sueño; hace tres años, junto a Julián Weich, lleva agua segura a familias y comunidades rurales aisladas
Con el título de médico en mano y una floreciente carrera por delante, un día se dio cuenta de que no era feliz. A sus 25 años, Nicolás Wertheimer sintió una voz interior que le insistía en cambiar de rumbo y patear el tablero. “Me encontraba en el lugar que había elegido y me iba muy bien. Pero no estaba recorriendo el camino que tenía ganas de hacer. Pensaba: hay personas que están haciendo cosas para salvar millones de vidas, y yo me sentía limitado”, explica este joven.
Una noche, después de varias horas de guardia en el hospital, llegó a su casa y buscó en Internet: las diez cosas que están cambiando el mundo. Entonces aparecieron unas imágenes que le llamaron la atención. Una de las fotos mostraba a gente en África, tomando agua de un charco negro con un filtro en forma de tubito. Esto lo remontó a las enfermedades transmitidas por el agua sin tratar, que es la segunda causa de muerte infantil a nivel global. “Pensé en las parasitosis y las deshidrataciones que acaban con tantas vidas en Argentina y que con esto podrían prevenirse”, recuerda Nicolás tres años más tarde.
Ese tubito, era un filtro LifeStraw, de origen suizo, que permite obtener agua segura a partir de cualquier fuente contaminada, sin hacer fuerza o requerir que se le agregue químicos o lavandina. Esta tecnología- que no necesita pilas ni energía eléctrica-cumple con los más altos estándares que establece la organización Mundial de la Salud (OMS) para el tratamiento del agua, eliminando las bacterias, virus y parásitos.
Entusiasmado, Nicolás se puso a investigar y contactó a la empresa suiza para traer los filtros a nuestro país y hacerlos llegar a las personas que más los necesitan como familias, escuelas rurales y centros comunitarios en lugares aislados. Pronto se contactó con Julián Weich, quien hacía tiempo venía trabajando en temas vinculados y aportó sus conocimientos como embajador de Unicef. Juntos crearon Proyecto Agua Segura, una empresa social que distribuye los productos de Lifestraw en Argentina.
“Nunca me imaginé que iba a terminar ejerciendo la medicina de esta forma. Hoy me da mucha felicidad haber hecho otra cosa, lo que soñaba”, concluye con una sonrisa.

Fuente: La Nación